MARÍA DE LOS REMEDIOS DE ESCALADA
DE SAN MARTÍN
María de los Remedios Escalada
vivió rodeada de comodidades y prestigio pero también de ideales de libertad.
Su familia estaba vinculada a la lucha patriótica. Cuando el entonces teniente
coronel comenzó a organizar el Regimiento de Granaderos a Caballos, Remedios
redactó una nota al gobierno, firmada por muchas damas de la sociedad, en la
que se comprometían a contribuir con pequeñas sumas para la compra de armas
para el nuevo regimiento. Don Antonio Escalada, su padre, se encargó de recibir
los donativos. Fue justamente en una tertulia en su casa, en 1812, donde
Remedios y José de San Martín se conocieron.
“Esa mujer me ha mirada para
toda la vida” – escribió San Martín en una carta a su amigo Mariano Necochea.
Poco después, y con solo quince
años, Remedios se casa con San Martín, casi
veinte años mayor que ella, en la Catedral de Buenos Aires. ¿Se casaron
enamorados? Sí, así lo dicen todas las crónicas. ¿Fueron felices? Sí, muy
felices aunque disfrutaron poco tiempo juntos. Los compromisos militares de él
los obligaron pronto a separarse. Pero ella jamás se quejó. Supo, desde que sus
miradas se cruzaron por primera vez, que al lado de ese hombre la Patria
siempre estaría primera. Y ella lo aceptó. Porque al hombre y también a los
sueños de grandeza de ese hombre.
El cruce de los Andes fue
posible también por Mercedes. Ella fundó la Liga Patriótica de Mujeres para
colaborar en la organización del ejército. Bajo su iniciativa, un grupo de
mujeres mendocinas donaron todas sus joyas para equipar a las tropas. También,
cuando su marido necesitó una bandera que los cobijara en tan terrible empresa,
ella y unas amigas la confeccionaron en pocos días.
Antes de partir hacia Chile, San
Martín le pide que regrese a casa de sus padres, en Buenos Aires, ya que ella
estaba enferma de tuberculosis. La enfermedad se la llevó muy joven, a los 27
años, y no pudo tener a su lado a su amor. De los 11 años que duró el
matrimonio, vivieron más de seis, separados.
Pero la niña jamás se quejó… fue
un ejemplo de entereza y de amor a toda prueba. Hoy, en tu día, queremos
homenajearte recitando un fragmento del poema que el poeta y escritor Arturo
Capdevila compuso para recrear el momento de su casamiento.
Dicen que detrás de todo gran
hombre, hay siempre una gran mujer que apoya y alienta. Gracias, Merceditas,
por sostener a nuestro héroe americano, el General don José de San Martín.
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La niña cuenta quince años;
treinta y cuatro cuenta él;
pero un día se enamoraron
la niña y el coronel.
Doña Tomasa, la madre,
no lo quería creer.
Y el padre… qué contento estaba
Don Antonio José.
Se prendaron y se casan
Era en el mes de Septiembre
y en el año 12 fue.
Remeditos, ojos negros;
toda de buen parecer.
Caballero misterioso
y señor mundano él.
Sabe contar de batallas
y de amoríos también:
Habla de lejanas tierras,
y habla, si quiere, en francés:
Sabe las cosas de España
como otro no ha de saber.
Cosas de la Reina, muchas…
y tristes lances del Rey.
-De oírle contar historias,
que las contaba tan bien
-María de los Remedios
confiesa-, me enamoré.
-¿De qué más te enamoraste,
si es que se puede saber?
-De sus ojos… de sus ojos,
-¿De qué más?
-De no sé qué.
A mediodía la misa
de las bendiciones fue.
Pálida estaba la niña
Más día es este de amores;
no de médico ha de ser;
y en la casa de la novia
una gran fiesta ha de haber.
-Coronel, tres granaderos
preguntan por su merced.
En nombre del regimiento
dicen que vienen los tres.
Alza el coronel las cejas:
que no lo puede entender.
-Es que un presente de bodas
le vienen aquí a traer.
El novio y la novia salen
a recibirlos muy bien.
Son unos pañuelos bordados
con la R de Remedios
y la J de José.
Allí dieron las gracias
muy alegres, ella y él.
Después dice Remeditos
que les va a corresponder:
que quiere servirles vino
Los tres alzaron los vasos
y allá brindaron los tres:
-¡Por la niña coronela!
-¡Por el señor coronel!